Jesús cumplió el papel del ‘Siervo Sufriente’ descrito en el Libro de Isaías. A diferencia de Adán, él no trató de captar la “semejanza de Dios.” En cambio, se humilló a sí mismo y se sometió a una muerte vergonzosa en la cruz romana. Por esta razón, Dios lo exaltó altamente y lo hizo “Señor” sobre todas las cosas. Su exaltación no precedió a su muerte, su entronización la siguió.
Su ejemplo
de abnegación es el patrón que sus discípulos están llamados a emular. En el
pasaje relevante de la Carta a los Filipenses, la preocupación no es con
la especulación metafísica sobre la naturaleza de Jesús o su “relación eterna”
con su Padre, sino con cómo “derramó” su vida en la muerte por los
demás, incluidos sus “enemigos.”
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Pablo presenta a Jesús como el ejemplo supremo de cómo debe comportarse Su discípulo. En “HUMILDAD MENTAL”, considera a los demás “mejores que él mismo, sin mirar sus cosas, sino las cosas de los demás”, aplazando así sus necesidades y deseos a los de los demás:
- (Filipenses 2:5-11) - “Pensad esto entre vosotros, que aun en Cristo Jesús. Quien, comenzando en forma de Dios, consideró que ser como Dios era algo a lo que no debía aferrarse, sino que se derramó, tomando forma de esclavo, hecho semejante a los hombres; y habiendo sido hallado en forma de hombre, se humilló a sí mismo, haciéndose obediente hasta la muerte y la muerte de cruz. Por lo tanto, Dios también lo exaltó grandemente y le dio el nombre que está por encima de todo nombre, para que ante el nombre de Jesús se doble toda rodilla de los seres celestiales, terrenales y debajo de la tierra, y toda lengua confiese que Jesucristo es el Señor, para la gloria del Padre, sí, Dios.”
Pablo contrasta a Jesús con Adán usando el
lenguaje de la caída de este último descrita en el Libro del Génesis y
del ‘Siervo de Yahvé’ retratado en Isaías.
A diferencia de Adán, Jesús no intentó
captar la “semejanza de Dios.” En cambio, eligió someterse a una muerte
injusta y vergonzosa. Adán fue creado a imagen de Dios, pero trató de robar la “semejanza”
Divina a través de su transgresión. En contraste, Jesús se sometió a la
voluntad de Dios y sufrió las consecuencias, y en el proceso, se convirtió en
el conocido para siempre como el Crucificado.
El Nazareno “no consideraba que ser como
Dios fuera algo de lo que hacerse cargo.” Esta cláusula alude a la historia
de la “Serpiente” que engañó a Eva y así derrotó a Adán – “Porque
sabe Dios que el día que de él comas, se abrirán tus ojos y serás como DIOS,
conociendo el bien y el mal” - (Génesis 3: 5).
El primer Adán eligió la desobediencia. El
sustantivo griego traducido “apoderarse” en Filipenses significa “saqueo,
botín”, algo que se toma por la fuerza. En contraste, el “segundo Adán”,
Jesús, eligió NO tomar la “semejanza” de Dios para sí mismo.
OBEDIENTE HASTA LA MUERTE
En lugar de exaltarse a sí mismo, Jesús se
convirtió en el ‘Siervo de Yahvé’ derramándose y tomando forma de
esclavo... se humilló a sí mismo, haciéndose obediente hasta la muerte, incluso
la muerte de cruz. El pasaje incluye varias alusiones al Cántico del Siervo registrado
en Isaías. Por ejemplo:
- (Isaías 53:7) - “Sin embargo, en su angustia se humilló y no abrió la boca, como se lleva al matadero al cordero.”
- (Isaías 53:12) - “Por tanto, le daré parte entre los grandes, y repartirá a los fuertes como botín, PORQUE DERRAMÓ SU PROPIA ALMA HASTA LA MUERTE, y se dejó contar entre los transgresores, Sí, llevó el pecado de muchos, y por los transgresores se interpuso en el camino.”
Jesús cumplió este papel mesiánico “derramando su alma” hasta la muerte por los demás, y Su discípulo está llamado a adoptar esta misma mentalidad: No buscar nada por interés propio o por “gloria vacía.”
Lo imitamos al no promovernos a nosotros
mismos y someternos a la voluntad del Padre. El verdadero creyente debe
conducirse con humildad sirviendo a los demás, tal como lo hizo el siervo
mesiánico de Dios. Ser el Mesías o uno de Sus discípulos significa servir a los
demás, no dominarlos.
La abnegación no significa perder nuestra
identidad. Jesús no perdió su individualidad y personalidad, pero ciertamente
eligió renunciar a sus derechos y privilegios para satisfacer las necesidades
de los demás.
Como él, estamos llamados a ceder a las
necesidades de los demás en lugar de insistir en satisfacer nuestras
necesidades, expectativas y privilegios, ya sean reales o imaginarios. Para “llegar
a ser los más grandes en el Reino de Dios”, primero debemos convertirnos en
siervos y “esclavos de los demás”, tal como lo hizo Jesús cuando “dio
su vida en rescate por muchos” al morir en el Calvario para reconciliar a
hombres y mujeres con su Creador.
VÉASE TAMBIÉN:
- Su nombre es Jesús - ('Jesús' significa ‘Yahvé salva.' En el hombre de Nazaret, la salvación prometida por el Dios de Israel llegó en todo su esplendor)
- Hijo de Abraham - (Jesús es el verdadero Hijo de Abraham, el heredero de las promesas, el Ungido que cumple e implementa la herencia para su pueblo)